Cristina Megía. El desnudo del Guerrero

DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS 2020
Sombras. Virus y diversidad

Lunes 1 de junio de 2020
https://centroguerrero.es/

Video, 11 min 32 s
Edición de Pablo Trenor Allen

 

 

El desnudo del Guerrero.

«Despierte la luz al espacio prisionero o vacío, a la hundida presencia, a la palabra, pájaro de la verdad». María Zambrano, Algunos lugares de la pintura

Las salas de un museo son la posibilidad del encuentro con la voz de los otros, de lo que les sucede a otros que fueron o están siendo, a otros que aceptaron el juego sagrado de reconocer la vida. Las obras de arte son, más que objetos, voces. Una conversación ininterrumpida de diversidad unificada. El coro de lo que somos.

En las paredes vacías y cerradas la voz se ahoga. Pero existe la posibilidad de hacer del espacio del propio Centro, del Guerrero desnudo, el objeto y la obra. Habitar sus estancias y sentir su piel para hacer su retrato y, desde la pintura, recoger su tiempo transitado, su silencio lleno de voces. Traducirlo en materia, color y forma.

 


 El desnudo del Guerrero es el nombre del proceso de creación nacido de la experiencia de estar siete horas en el museo cerrado, vacío.


 I

Cómo imaginar que este iba a ser el primer sitio al que iría tras dos meses de estar sola, confinada en mi piso de la Chana. ¡He venido tantas veces! En inglés hay dos palabras para soledad, loneliness y solitude. La primera se refiere al sentimiento de sentirse alejado de los demás y desconectado negativamente, incluso de sí mismo. No es necesario estar solo para sentirlo. Solitude, sin embargo, se refiere a la soledad gozosa, al hecho de sentirse pleno sin compañía, a ese espacio espiritual y mental que en ocasiones los creadores propician aislándose temporalmente por elección propia, a la cabaña.

La cabaña de los últimos meses ha sido impuesta por las circunstancias extraordinarias que hemos vivido, por lo que, incluso en los casos en los que ha sido bien aceptada, ha estado aliñada con incertidumbres y con todo tipo de emociones, a menudo multiplicadas en su intensidad. No creo que esto pase sin efecto.

II

Los ojos que no se me aburrieron observando la vida que sucedía en los pocos metros cuadrados a mi alrededor, se han activado como quien se muda a otro universo. Se han entregado a la posibilidad, a la alegría del juego, al descubrimiento de lo íntimo, al estar y moverse libremente, a reconocerse.

No he sacado el libro que traía para esperar al tiempo. Todo han sido hallazgos. De repente me he sentido cansada, he soltado la cámara. Han pasado siete horas.

He vuelto a casa cruzando a pie una Granada sobrecogedora (1 a.m.)

Nadie. Ni siquiera algún policía al que sacarle el permiso que llevaba en la mochila.

III

Llevo tres días sin despegarme del ordenador. He organizado, borrado, tamizado el material, y aquí sigo traduciéndolo, cuaderno y lápiz en mano. Pocas veces unas horas me han dado tanto.

IV

¡¡¡Desde ayer puedo revelar sin salir del barrio!!! ¡En el preciso momento! Quiero ver todo el material que he usado para los bocetos, junto, porque todavía no quiero elegir qué pintar. No me gusta hacerlo desde la pantalla. Tampoco me gusta pintar desde la pantalla. Las fotos no pesan y se mueven conmigo, y me olvido de ellas la mayor parte del tiempo, aunque me sirvan de referente. Pero no me hacen romper el canal de distancia corta que hay entre el lienzo y la paleta.

V

Esta parte siempre es muy divertida. Todo pasa de la nada a algo muy deprisa. Hay gente que se agobia, quizás quieren ponerle mucho pensamiento al qué voy a pintar. Yo procuro quitárselo. Las burbujas de aire que hay en el agua salen por sí solas. Para mí es más importante que haya cosas flotando alrededor, unas se irán hundiendo, otras saldrán a la luz. Esa sí es una tarea que no debo descuidar.

He planteado varios cuadros pequeños hoy. A ver cuáles sobreviven.

VI

Ayer estuve todo el día en el cuadro gris, el del espacio de abajo del museo. Venía con la idea de seguirlo. Pero no. Me gustaría que se sequen los blancos para continuar.

Al final me he metido en el que tiene tapado Fosforescencias.

VII

La composición se despliega en triángulos desde la sombra.

A menudo no sé de qué va lo que estoy pintando y no urjo al cuadro a que me lo diga. Ni siquiera estoy segura de que me lo tenga que decir a mí.

El cuadro muestra: lo tenemos delante de nuestros ojos. Hay cuadros grandes pero están tapados, sólo intuimos Fosforescencias detrás del tisú.

Y el pequeño es demasiado pequeño.

Lo que está tapado. Lo que está en sombras. Lo que está cerrado. Lo que no se puede ver-tener-quedar.

Demasiadas telas-muros-pantallas.

VIII

Tal vez el intento de re-tener el destello de la búsqueda, de la emoción primera.

IX

Ha sido una suerte que el Guerrero, desnudo, cerrado, haya buscado otras vías para articular la posibilidad de lo fértil, más allá de sus paredes.

Y otra suerte, no pequeña, contar con la ayuda inestimable de Pablo Trenor, que ha sacado un partido enorme a los pocos recursos que teníamos para documentar este proceso.

La creatividad no existe aisladamente.

 


 


 

Cristina Megía. El desnudo del Guerrero. Óleo sobre lino, 35 x 27 cm.