Joaquín López Cruces. La mirada del león

DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS 2020
Sombras. Virus y diversidad

Lunes 18 de mayo de 2020
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Animación realizada en Procreate a partir del original a tinta sobre papel. 3 min 23 s

 

Cada día, cientos de turistas se detienen a contemplar el Albaicín desde los balcones de la Alhambra. Yo tengo la tonta costumbre de saludarlos con la mano desde mi terraza, a pesar de que nunca han respondido a mi saludo. Me gusta imaginar cómo se me ve desde allí, si es que alguien llega un día a verme. Ahí enfrente, parece que estuvieran muy cerca, y, sin embargo, desde su atalaya debo de ser un puntito inapreciable.

Un día, casi de repente, ellos y yo nos tuvimos que encerrar en casa. Yo sigo asomándome a la terraza, y mirando hacia la Alhambra, pero ellos ya no están. El balcón de madera, la galería que rodea el Peinador de la Reina, el Cubo, las ventanas… nadie se asoma estos días. Así es que he dejado de saludarlos. El aire y el río que me separan del monumento se han poblado de aves y vegetación exuberante, por lo que es aún impresionante, casi más que cuando se llenaba de visitantes de todo el mundo.

Confinado en mi casa, estos días estoy dudando de la existencia del mundo exterior. Intento creer que detrás de las murallas de la Alhambra sigue estando el mismo interior que he visto tantas veces, aunque ahora lo imagino invadido por gatos, mirlos y palomas blancas, enseñoreadas tras ocupar alcazaba y palacios. A la manera de Berkeley, solo puedo conocer aquello que percibo. El mundo fuera de mi casa es para mí tan solo un haz de percepciones, tiene más de espejismo que de realidad. Es ahora una creación mental, una apariencia inaprensible.

Estos días creo ver que alguien me saluda desde allí arriba. Al principio pensé que sería un vigilante aburrido, pero puedo distinguir la silueta de un león. Podría ser uno de los leones del Patio, que me hace señas desde lo alto para que sea testigo de que, hoy, aquel palacio le pertenece.