Dieciocho colores para un ensayo.
La Colección del Centro vista por los artistas: Paloma Gámez

6 de julio – 17 de septiembre de 2017
CENTRO JOSÉ GUERRERO

Organiza
Centro José Guerrero. Diputación de Granada

Colabora
Ayuntamiento de Granada

Comisaria
Paloma Gámez

Dieciocho colores para un ensayo es la tercera entrega de la serie La Colección del Centro vista por los artistas. La protagoniza Paloma Gámez (Bailén, 1964), cuya obra, tras veinte años de carrera, se caracteriza por su metódico y constante trabajo con el color, por su análisis, sus experimentos de formalización, el estudio de su percepción e incluso por las propuestas de renovación a la hora de exponerlo. Naturalmente, no está sola en ese empeño; por el contrario, se inscribe en una tradición que incluye grandes nombres internacionales, y tiene en José Guerrero a uno de sus protagonistas históricos. Pero además de compartir el interés por el color, para explicar la génesis de la exposición hay que sumar que Gámez, como colaboradora del Centro, es una gran conocedora de la colección del granadino.

Para su propuesta ha elegido un conjunto de obras en las que el color, ya desde el título, construye la forma, una cuidada selección de guerreros que presenta en la planta primera. En la planta baja, titulada 84.084 mililitros de color, la pintura parece haber resbalado de los lienzos sujetos al bastidor y atravesado el techo para caer al suelo, sobre el que han ido sedimentando las capas sucesivas hasta conformar curiosas esculturas cuya única materia es esa: la pintura, que también en este caso construye la forma, pero no extendiéndose en el lienzo, sino depositándose en un molde. En la segunda planta, titulada 420.367 segundos de color, en vez de la materia el protagonista es el espíritu del color: la pura luz, a cuyo despliegue asistimos y en cuyas ondas nos sumergimos, siguiendo una sucesión y atendiendo a unos tiempos que se corresponden con las proporciones de cada croma en los cuadros. En la última planta, 120.316 centímetros cuadrados de color, contemplamos una bonita síntesis de continente y contenido: los colores que habitan el Centro, los de Guerrero, se disponen como lentes, filtros o ventanas a través de los que mirar Granada, simbolizada en las cresterías de la Catedral. El conjunto es un ejercicio que aúna el análisis riguroso con la inspiración más feliz, para ofrecer un diálogo original entre la esencia de la pintura (de Guerrero): el color, y la de la arquitectura: el espacio. Un ejercicio que expande la pintura mucho más allá de los límites del cuadro y aúna otros medios: escultura, instalación, vídeo, materia, tiempo.