PROYECTO KIOSCO, FASE 2

Turismo Sin Fin

Después de Bibrramblabookburning, proyecto diseñado y realizado por Rogelio López Cuenca para dar a conocer el nuevo programa de intervenciones artísticas organizado por el Centro José Guerrero con la colaboración del Ayuntamiento de Granada y JC-Decaux para el kiosco número 14 de la plaza de Bibrrambla, ayer se instalaron los primeros elementos de Turismo Sin Fin, la primera de las tres propuestas seleccionadas por convocatoria pública para cubrir el curso 2015-2016.

La convocatoria estuvo abierta hasta el 11 de septiembre pasado. Concurrieron a ella treinta y dos proyectos, entre los que el jurado seleccionó Turismo Sin Fin (presentado por la Asociación Cultural Anaquel del Torreón, que lo ha empezado a desarrollar junto a Santi Barber y Los Voluble, hasta enero de 2016), Bibramblaradioproject (de Pablo Barreda y Juan Jesús Torres, para febrero a mayo de 2016) y Kiosco-Mirador (que Alegría Castillo Roses y José Antonio Sánchez Piñero montarán entre junio y septiembre de 2016). Resultaron finalistas Blanco. Cómo intervenir en una intervención (de Paloma Gámez Lara) y Sin telón: Festival de Microdanza (de Eva Castillo Carmona e Ignacio Lasala de la Rosa).

Turismo Sin Fin es una intervención visual y sonora realizada por diversos creadores del campo del arte público, la arquitectura y el arte sonoro con la idea de aportar algunas reflexiones críticas sobre las formas mediante las cuales las ciudades son modeladas por el turismo. En este proyecto de intervención los autores se centrarán en la ciudad de Granada a partir de algunos de los conflictos que empobrecen y precarizan las formas de vida y el trabajo de sus habitantes. Para ello, el kiosco será el lugar donde imaginar, mediante falsos paneles publicitarios, la próxima apertura de otros espacios ficticios, pero no por ello menos posibles. La intención es buscar la complicidad de los granadinos y compartir preguntas sobre la oferta cultural, la precariedad de los trabajadores de la hostelería, la relación entre el souvenir y la destrucción del tejido artesanal, la construcción de un flamenco a medida del visitante y, en definitiva, la evidencia de la ciudad como un gran parque de entretenimiento que se ofrece como mercancía al mismo tiempo que oculta sus consecuencias negativas.